No + sangre Tj
 
Como ciudadanos que exigimos ¡No más Sangre y un Alto a la Guerra de Felipe Calderón! proponemos: 1. Enviar desde este momento mensajes al correo y Twitter de los presidentes de las comisiones responsables diciendo: ¡Rechazamos la reforma a la Ley de Seguridad Nacional y el establecimiento de un Estado Policial-Militar! 2. Llamar a partir del lunes 25 de abril a las 8:00 hrs a los teléfonos de los presidentes de las comisiones responsables diciendo: Llamo porque rechazo la reforma a la Ley de Seguridad Nacional y el establecimiento de un Estado Policial-Militar. 
Comisión de Gobernación Dip. Javier Corral Jurado (PAN) [email protected] Tel: (55) 50360000 ext. 57130 Twitter: @Javier_Corral 
Comisión de Seguridad Pública Dip. José Luis Ovando Patrón (PAN) [email protected] Tel: (55) 50360000 ext. 51217 Twitter: @JLOvandoP 
Comisión de Defensa Nacional Dip. Rogelio Cerda Pérez (PRI) [email protected] Tel: (55) 50360000 ext. 66004 Twitter: @rogeliocerda 
Comisión de Justicia Dip. Victor Humberto Benítez Treviño (PRI) [email protected] Tel: (55) 50360000 ext. 57148 Twitter: @HumbertoBeniTre 
Comisión de Derechos Humanos Dip. Manuel Cadena Morales (PRI) [email protected] Tel: (55) 50360000 ext. 66318 Twitter: @manuelcadena38
 
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(el siguiente escrito se da en respuesta a la postura de un compañero en contra de la legalización de las drogas)

A., me parece muy bien que seas sincero con lo que crees. Espero que algún día podamos coincidir en torno al tema de la legalización. Aunque me parece importante también plantearte mi postura.

Como te he informado anteriormente, he podido hacer investigaciones sobre el tema de las drogas, y me he encontrado con que sus efectos son mucho menos dañinos en las personas de lo que se nos ha dicho hasta hoy. Por ello rechazo por completo toda caracterización moralista (bueno-malo) sobre las drogas, ya que detrás de esto se encuentran intereses y proyectos ocultos (y no tan ocultos) de los poderes hegemónicos; Aquellos capaces de imponer en la sociedad su particular ideología.

Incluso los derivados de los opiáceos, tales como la heroína fueron por muchos años utilizados como remedios para la tos, esto hasta principios del siglo XX, en países europeos y en los Estados Unidos, no teniendo efecto grave alguno sobre la sociedad de la época. Las personas que se llegan  a “perder” en las drogas son aquellas que tienen ya problemas psicológicos previos al consumo de éstas. Aunque también es importante señalar que si se declararan legales las drogas no significaría tampoco que todo mundo fuera a consumirlas, lo que sí sería una realidad es el control sobre la calidad de los productos, haciendo mucho más difícil que una persona llegase a morir por “un doble” derivado del desconocimiento de su procedencia y pureza.

Evidentemente la legalización deberá ir acompañada de un aumento en el gasto en educación y salud, éste ultimo para la rehabilitación de  las personas. La legalización de las drogas es la única alternativa posible para evitar la injerencia de los EU alrededor del mundo, lo que se ha traducido en la pérdida de la soberanía de nuestros países, y de garantías individuales y derechos democráticos.

En ésta época de hegemonía neoliberal el estado benefactor fue desarticulado hasta llegar al punto que se vuelve únicamente capaz de proporcionar salvamentos bancarios y financieros.  Para la mayoría de los ciudadanos las tareas del estado se ven resumidas precisamente en lo que padecemos ahora, represión. Por ello la solución a los problemas actuales requieren también un cambio en el modelo económico actual.

Me parece relevante conocer los orígenes de la actual postura dominante de ilegalización de las drogas ya que se encuentra en los EU, cuando el moralismo religioso burgués (puritanos que rechazan el placer) se une al racismo de las clases dominantes para identificar a ciertas drogas con minorías étnicas que estos rechazaban. Por ejemplo, se prohíben el opio y sus derivados cuando la inmigración china aumenta en ese país, producto tanto del saqueo colonial de las potencias europeas  sobre China además de la demanda de mano de obra por las empresas en los Estados Unidos. El declarar una ley en contra de una droga que se identificaba con un grupo étnico en específico, facilitaba su represión y control.

Las mismas medidas de control se utilizaron en contra de la población afro-estadounidense, a la cual acusaban de convertirse en depravados sexuales al consumir cocaína, siendo un peligro para las "virginales mujeres blancas". Después de que la migración mexicana fué aumentando a mediados del siglo XX, se declararon leyes en contra de la marihuana, permitiendo así un incremento en la represión, ahora de forma "legal" y supuestamente "legítima", en los barrios de inmigrantes mexicanos.

Desde los años 60’s del siglo XX el narcotráfico fue adquiriendo mayor relevancia para los EU, no solo para la obtención de ganancias para sus bancos e instituciones financieras, sino principalmente como pretexto para la intervención alrededor del mundo. También sirve de pretexto para sus socios que dirigen gobiernos autoritarios para incrementar su control sobre la población ¡Esto debe parar ahora!

Para finalizar solo quería señalarte que los países con más alto índice de desarrollo humano en el mundo son precisamente aquellos que han avanzado más en torno a la legalización. Ejemplo de esto  son los países de Europa Occidental, y ahora Uruguay, el país con mayor calidad democrática en el continente, quien está por despenalizar el consumo e incluso la producción de marihuana. Entonces no hay relación aparente entre consumo de drogas y problemas sociales. Lo que sí es innegable es la relación entre represión militar y policíaca y violaciones a los derechos humanos y libertades. Por ello la urgencia de exigir, aquí y ahora, la legalización de todas las drogas.

 
(el siguiente escrito se da en respuesta a la postura de un compañero en contra de la legalización de las drogas)

La exacerbación de falsas dicotomías es uno de los rasgos más característicos de este gobierno. La práctica la hemos observado desde su campaña electoral de 2006, en la que dividía a los mexicanos entre los "pacíficos y violentos" o los que "eran un peligro para México y los que buscaban el progreso". En el caso de la política frente al narcotráfico nos ofrece la misma perspectiva: en México solamente existen aquellos que quieren acabar con el narcotráfico y la violencia criminal (la mayoría, según Calderón) y los que apoyan al narco (una minoría "despreciable"). No hay necesidad de decir que la realidad y los problemas de las drogas son más complejos.


Así, el gobierno actual responde a quienes criticamos su estrategia, queriendo deshacerse de la responsabilidad, con una pregunta: "¿entonces qué proponen?" Pregunta a la que se imponen cotos ideológicos: sólo se aceptan respuestas del tipo que pretende prohibir el consumo de drogas, como asumiendo que la violencia se genera por su consumo, creyendo que hay algo innato en las personas que debe ser protegido frente a la amenaza de agentes externos; y se condena cualquier intención por la regulación del mercado. Allí es donde se encuentran las propuestas como la de A., esto es, el trasladar el campo de lucha, moverlo a los océanos, a las entidades financieras y responsabilizar a la geografía (¿no es precisamente esa, con algunos bemoles, la estrategia de los Estados Unidos cuyas consecuencias vivimos?), que básicamente motivan la innovación y escalada violenta de los criminales. 
Estoy seguro de que hay mucho que discutir alrededor de las preguntas de A. sobre los motivos de algunas personas para consumir drogas, y la pertinencia de prohibir su distribución y consumo. Evidentemente, si nadie consumiese drogas, el mercado negro que sostiene la oferta, y los agentes criminales que asesinan y amedrentan no existieran. Partir de allí lleva a la conclusión de que todo se soluciona acabando con el consumo, y que esencialmente son los consumidores los culpables de nuestros males de seguridad (aquí, cabe hacer la anotación de que el discurso de Calderón ha oscilado entre esta política, "para que la droga no llegue a tus hijos", y la inocente de acabar con la violencia – organizándola – mandando al ejército a vigilar las calles). Entonces, la interpretación social termina condenando al que demanda y oferta las drogas, y soslaya el lugar de un gobierno y un marco jurídico inadecuados para salvaguardar lo que dicen cuidar, la discusión se concentra en el lugar equivocado. 


Tal vez observando lo que pasa con productos dañinos para la integridad de la salud, y la seguridad de las personas, subraye el punto. Conocemos los efectos del alcohol y su poder limitador sobre las reacciones y pensamiento humanos, y tenemos conocimiento cotidiano de más de un muerto vinculado con él. ¿Está prohibido el consumo de alcohol a pesar de que causa adicción, genera accidentes y violencia, y destruye familias? Claro que esas consecuencias desaparecerían si se detiene el consumo, pero sabemos que esas pretensiones han terminado mal y precisan de una capacidad gubernamental para vigilar y reprimir que no estamos dispuestos a sostener. Entonces, creamos marcos legales para mitigar esos efectos, exigimos la regulación de su venta a menores y estamos de acuerdo en que conducir alcoholizado es algo condenable, y que es más sencillo reconocer y detener a quien infringe esas reglas, que prohibir en principio la comercialización y consumo de alcohol. 


Con las drogas prohibidas pasa lo mismo, su uso casi siempre tiene consecuencias individuales y sociales terribles, pero la propia prohibición impide mitigar sus efectos. Por ejemplo, el uso repetido de drogas inyectadas aumenta las probabilidades de transmisión de virus como el de la hepatitis o el sida. Dado que los consumidores legalmente no deberían existir, las instituciones públicas no los reconocen como usuarios legítimos, y poco pueden hacer contra los problemas que viven. La adicción a estas drogas es un mal que sólo ricos pueden solucionar con caros procedimientos, a los que pobres sólo acceden por la gracia de organizaciones que abusan de ellos y sus familias. Nada indica, tampoco, que la legalización aumente el consumo, o (ridículamente pensado) el acceso a las drogas (basta observar la experiencia de países como Canadá y Holanda). Lo que permitiría la legalización y regulación sería un incremento de la información disponible para los usuarios, y la debida atención de las consecuencias de su consumo, la desaparición del estigma sobre los consumidores, y la reubicación de los recursos usados para la represión y la violencia en temas hasta ahora desatendidos asociados a las drogas. Además de la violencia que conocemos, la prohibición sostiene a una burocracia corrupta e inconsciente que ha crecido y se ha desarrollado en el centro de los poderes públicos, escudada en ese deseo de que otros no consuman drogas.


Si se tratara de salvaguardar la integridad de la población y la "naturaleza humana", Coca Cola y McDonald’s, cuyos productos consumidos con regularidad son altamente dañinos, también fueran prohibidos. Pero no es así, sin embargo, tenemos la posibilidad de discutir su consumo y consecuencias, sopesar su demanda y crear políticas públicas para reducir su uso, sin malgastar en estructuras dedicadas a la vigilancia. Dudo mucho que la legalización y regulación del consumo de drogas tengan "efectos devastadores" mayores a los que ya conocemos con una prohibición hipócrita, y sí estoy convencido de que los efectos que genera su consumo pueden ser mitigados con la debida atención pública al problema, y la destrucción de las estructuras gubernamentales corruptas que se nutren de un marco jurídico contraproducente.   


Cuando se trata de decidir entre la legalización y la prohibición de las drogas no creo que el debate y la opción por la legalización se resuman en la frase que . el compañero: “the lesser of two evils". El consumo existe independientemente de si está prohibido, pero lo que está relacionado con esa prohibición es la violencia, la corrupción, y el fortalecimiento de los rasgos más podridos del sistema político y legal mexicanos. Además de observar los efectos políticos y burocráticos que tiene el prohibir y tratar de impedir el consumo de drogas, difícilmente me puedo convencer de la factibilidad y bondad de la prohibición cuando el gobierno mexicano es incapaz (entre muchos problemas) de poner en práctica la prohibición de vender comida chatarra en las escuelas, consumo que mata a otros miles en México (no está vinculado con una adicción, es cierto, pero se genera por condiciones estructurales como la pobreza y deficiente educación). La ilegalidad de las drogas beneficia una forma de ver la política y sociedad mexicana que impide la discusión y restringe la libertad. ¿O debemos aceptar que se prohiba todo lo que hace daño a la salud, asumiendo que la prohibición acaba con el consumo y los problemas que genera? ¿Debemos ignorar los efectos negativos de una prohibición obtusa? 

Saludos,

S.

 
The Committee “No Más Sangre, Tijuana”,  is part of a national movement in Mexico, which was recently formed to stop the war against the Mexican people disguised as a “War on Drugs”. This war has caused the deaths of almost 40,000 people in this country in less than four years, many of them executed by the military and the police, and many others just considered  by the government as “collateral damage”, caught in the crossfire. There is no end in sight to this violence.

It is clear to us that the “War on Drugs” and the “War against Terrorism”, both headed by the US government around the world, are really  wars against us, the workers and oppressed, not only in Mexico, but in the US and in every other country. It is also evident that the true purpose of the “war on drugs” is not no control the drug trade, but to continue imposing on society an unjust system of production and distribution of wealth that only benefits the rich. The goals of the US government’s wars are geopolitical and economic. No wonder why the countries with most US military presence are the biggest drug producers. Now US politicians are saying that México is a “failed state”, and are talking about sending troops here. We say US Imperialists Out! The biggest drug dealers can be found in Washington and in Wall Street. US bankers and financial institutions are the main beneficiaries of the illegalization of drugs.

Tortures, disappearances, executions and murders cannot become part of our “normal” daily life. That is why we have gathered together to say enough! and that is why we are going to take the streets starting on May 5th, ending with a national march to the Mexican capital on May 8th, demanding an end to the war, the legalization of all drugs, the removal of the puppet president Calderón, and the expulsion of US government agents and “advisers”.



COMITÉ NO MÁS SANGRE, TIJUANA


 
Hemos llegado a un punto de hartazgo y cansancio. La sociedad se manifiesta crecientemente. Los compañeros extranjeros académicos y periodistas, desde ideológicamente conservadores hasta progresistas han externado la preocupación con la que se ve a México desde el exterior. La ONU inclusive recomienda que se retire al ejército de las calles. Tal vez la indiferencia nos ha hecho ignorar en el pasado la realidad gravísima a la que nos enfrentamos en el país. Esta apatía de raíces sociohistóricas junto a la coyuntura actual donde el gasto que se hace en seguridad aumenta y disminuye para la educación hace que los espacios sociales se cierren, haciendo a un más profunda la expectativa negativa son respecto a las oportunidades que tienen los mexicanos. La situación se vuelve cada día más desesperanzadora. La apatía, alimenta la desesperanza.

En No más Sangre en Tijuana le reclamamos al Estado y no al Narco, sobre esta doliente situación, porque el Estado es el responsable de la seguridad de los ciudadanos y también porque muchas de las muertes han ocurrido bajo las balas del ejército.

El prohibir el consumo de drogas no soluciona ni el problema del narcotráfico ni la existencia de grandes mercados internacionales mundiales de consumo realmente existentes, ni borra los pactos que el gobierno ha hecho históricamente con el narcotráfico. El consumo de drogas se trata de una decisión individual.

La participación política es un acto social que tiene como objetivo incidir en la agenda de políticas públicas y es el requisito básico de una sociedad verdaderamente democrática.

Este 8 de Mayo a las 3 de la tarde en el monumento de "las Tijeras" (monumento frente al CECUT), en Tijuana pediremos al Estado Mexicano la legalización de las drogas y exigiremos que aclaren las desapariciones que esta guerra ha dejado en México. Deseamos vivir en un Estado de Derecho. Es urgentísimo que se planteen estas reformas políticas. 


 

"Pueblo de México: tus hijos están siendo asesinados"

Querido Javier Sicilia:

Al pueblo de México:

La mayoría de los que escribimos esta carta somos jóvenes como Francisco, como Luis Antonio, como Julio Cesar y como Gabriel. Jóvenes con ganas de vivir como lo eran Brenda Ivonne y los otros 17 estudiantes asesinados en Villas de Salvárcar. Jóvenes como los muchos miles que el gobierno y el crimen organizado han asesinado y desaparecido en esta "guerra" iniciada desde 2006.

Somos estudiantes de distintas universidades, trabajador@s que queremos una vida digna. Jóvenes que ya no queremos más muerte, más sangre, más dolor, más indiferencia… Hombres y mujeres que no queremos vivir con miedo. Que queremos salir a las calles, al trabajo o a la escuela y poder regresar a nuestras casas. Jóvenes que queremos ser el presente y el futuro de México y no los muertos de México.

Pero esa posibilidad nos la están negando: nos la niega el gobierno encabezado por Felipe Calderón que con su “estrategia” de guerra provoca muerte y violencia; y nos la niega también el crimen organizado que ha logrado corromper a políticos y funcionarios públicos de todos los niveles.

Digámoslo en voz alta para que todo mundo lo escuche: los principales responsables de esta barbarie son los políticos que nos gobiernan; gobernantes que por ambición de poder no se han interesado en dar escuelas, trabajos, hospitales y alternativas. Son ellos que con su capitalismo salvaje lo destruyen todo.

No queremos seguir viviendo así. No podemos seguir muriendo de esta manera.

Porque sabemos que los cambios no vendrán de arriba es que nos estamos organizando. Sabemos que sólo una transformación de raíz –social, política, económica y cultural- acabará con esta etapa. Creemos que únicamente organizándonos, unificando luchas y protestando lograremos esa gran transformación que México necesita.

También como tu Javier, estamos hartos de violencia, muerte e injusticia. Por eso es que llamamos a todo el pueblo mexicano a organizarse. Porque no podemos seguir tolerando tanta muerte y dolor es que convocamos a movilizarnos, a resistir organizadamente, a no renunciar a nuestro derecho a la vida y a construir un país distinto.

Tomemos las calles, ocupemos las plazas, inundemos con vida este país que los poderosos han querido sepultar con muerte. Sólo juntos podremos enfrentar tanto dolor, tanta injusticia.


Pueblo de México: tus hijos están siendo asesinados, tus tierras bañadas con sangre por la ambición de unos cuantos.


Pueblo de México: ha llegado el momento de detener esta guerra o acostumbrarnos a vivir entre el fétido olor a muerte. 

¡Ante la razón de la fuerza, la fuerza de la movilización!

¡Por el regreso de las fuerzas federales a sus cuarteles!

¡Juicio y castigo a responsables!

¡Exigimos políticas sociales!

¡Queremos escuelas, queremos trabajos queremos hospitales, NO queremos MILITARES!


Coordinadora Metropolitana contra la Militarización y la ViolenciaRebelión

Consultado en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=126260&titular=%22pueblo-de-m%E9xico:-tus-hijos-est%E1n-siendo-asesinados%22- 
 

Actualmente México vive un quebranto generalizado de la legalidad y del estado de derecho, ya que el Estado ha sido incapaz de garantizar la paz en el territorio nacional. En menos de cuatro años de gobierno de Calderón ya son alrededor de 40 mil muertes, muchas de ellas ejecuciones extrajudiciales realizadas por las policías y el ejército. El país se encuentra en llamas.

Desde el inicio, el principal propósito de la ofensiva de Calderón ha sido el blindaje de un régimen debilitado en contra del descontento social. Esto se ha tornado tanto más urgente dado el carácter rampante de la crisis económica, cientos de miles de trabajadores han perdido sus empleos en meses recientes, se ha perdido el poder adquisitivo, y en 3 años de gobierno la canasta básica ha aumentado más de un 93%. 

En años recientes México ha experimentado crecientes tensiones sociales como resultado de un cuarto de siglo de privatizaciones masivas, destrucción de los servicios sociales, expulsión de los campesinos de sus tierras y otras manifestaciones de una ofensiva burguesa  contra los obreros y oprimidos.

Para mantener a la clase obrera y a los sectores oprimidos a raya, el recurso final del gobierno consiste en utilizar cada vez más al ejército, haciendo que México parezca cada vez más y más a las seudodemocracias militarizadas como la de Colombia.

La llamada “guerra contra las drogas” no es más que un disfraz con el que se pretende ocultar la guerra contra los pobres y los trabajadores. Al igual que la “guerra contra el terrorismo”, es una guerra contra nosotros. En el fondo se trata de derechos democráticos.

Nos pronunciamos por la eliminación de todas las leyes que proscriben o regulan el consumo o comercio de drogas. Al estado no le incumbe en lo absoluto qué es lo que cada quien haga con su propio cuerpo. Además, el que las drogas fueran legales eliminaría instantáneamente las bases económicas de los cárteles del narcotráfico, tal como la eliminación de la Prohibición del consumo de alcohol en los años 30 en Estados Unidos acabó de manera fulminante con los contrabandista de ron y whisky.  Para acabar con la violencia, las drogas deben legalizarse ahora.

 No debemos acostumbrarnos a que la muerte, la desaparición y la tortura, así como la injerencia del gobierno criminal de los Estados Unidos en nuestro país sean parte de nuestra cotidianidad (llámese “operación rápido y furioso, aviones tripulados y no tripulados, así como agentes estadounidenses en nuestro territorio, etc.). No debemos aceptar que la muerte sea presentada por este mal gobierno como una cifra más.  Son vidas que se pierden para siempre, dejando un terrible sufrimiento para cada una de sus familias y amigos.

Como escribió el periodista Pedro Miguel: “Dependerá de nosotros, deudos de una nación ensangrentada y desarticulada, que la náusea y la ira tomen un rumbo preciso de acción para detener el baño de sangre que padecemos por obra de los intereses imperiales y de sus socios y ejecutores locales”. ¡Es el momento de congregar el hartazgo nacional y decirle al gobierno y sus aliados que es hora de que se vayan todos! ¡Hay que echarlos, lo mismo que a todos los agentes estadounidenses!

Es necesario acabar de una vez por todas con el régimen capitalista en plena decadencia, que no promete a las masas más que desempleo, hambre y terror policiaco. La clave para librarnos de esta guerra se encuentra en la organización. Los invitamos a actuar.